LA COCINA Y LA LITERATURA
Uno de los hechos más triviales de la vida es expresar un gusto. Expresamos gusto de lo que comemos, de lo que vemos, de lo que oímos, de todo lo que informan nuestros sentidos. Al principio nuestra lengua designó la palabra gusto a uno de los cinco sentidos, el que pone en juego las papilas gustativas que permite percibir los sabores de los alimentos. A partir de ahí han derivado otros registros para dar significado a esta palabra.
Por ende, desde tiempos remotos el hombre ha dado gran importancia al sentido del gusto y ha hecho de la gastronomía una de sus principales fuentes de placer, expresándolo en la preparación de exquisitos platos conteniendo diversas clases de alimentos. Ha demostrado el uso de la creatividad en cuanto a esta actividad se refiere, por lo tanto cabe decir que el hombre en el paso del tiempo ha hecho un arte de la alimentación. ¿Y qué es el arte sino fuente de placer? Por tanto, relaciona ingredientes comestibles con los propios de la creación como chispa imaginativa, pasión y expresividad, dando como resultado un exquisito manjar capaz de deleitar el paladar de cualquier ser que lo deguste.
Como es sabido, en la antigüedad el gusto del paladar era venerado por los reyes, sacerdotes y pueblo en general. Así encontramos en el Antiguo Testamento pruebas de ello en los banquetes brindados por los reyes con motivos varios, ya fueran festejos de cumpleaños, bodas, compromisos, triunfos etc., sin dejar de lado los ofrecidos por los sacerdotes a los dioses. Podemos ver siempre presente la motivación por halagar el paladar del homenajeado. Poco a poco, este arte fue tomando cada vez más auge y en nuestros días encontramos una gran variedad de libros sobre el arte de la cocina, los cuales son producto de la inspiración de aquellos que disponiendo del don de la palabra escrita hacen uso de ello con la intención de llevar y mantener actuales los diversos platos y recetas de nuestros ancestros como de última tendencia a todas las personas que lo requieran, fomentando también el interés y puesta en práctica de esta actividad.
Podría decirse que la literatura puede estimular en gran manera los sentidos y el apetito, debido al viaje al que puede incitar al lector. Sería un reto explorar este tema para el que escribe, en el cual se abren posibilidades a crear y recrear mundos nuevos, imaginarios a partir de una actividad sencilla y fascinante, como lo es la cocina. En este orden de ideas, las manzanas, peras y uvas podrían encarnar papeles tanto desde su naturaleza como en la ficción en ambientes o locaciones sublimes y de otras épocas más avanzadas, constituyendo así un precedente en la literatura. Los guisantes, acelgas y brócolis se aliarían para formar un grupo sólido de ayuda al cuerpo humano en cuanto a vitaminas y regeneración celular este requiere y las carnes de todo tipo se juntarían para formar un sindicato de defensas de sus derechos y privilegios en la mesa de cada individuo.
Siguiendo este orden de ideas, los postres y delicateses serían el grupo más rebelde e insubordinado de todos por la razón de incitarnos, con sus cualidades y tentadoras presentaciones, a seguir el camino de la rebelión en contra de todo régimen que aminore nuestro consumo de alguno de ellos. Los tubérculos nos harían viajar a lo profundo de la tierra para explicarnos el proceso de nacimiento, evolución y por último su preparación para ofrecerse gustosamente a los comensales. Las cebollas y cebollinas harían llorar a cualquiera que leyera sus historias de amor, recordando al lector el amor fascinante entre Romeo y Julieta, y los chirelitos le sacarían al lector una que otra mala palabra con sus actos de villanos en contra de las bellas y agradables fresas, protagonistas siempre de las más exquisitas tortas y presentes apetitosos. Sería un planeta completo el de todos estos actores y actrices envidiables por su don de seducción y que indudablemente los seres humanos necesitamos para nutrir nuestros cuerpos a la par que recreamos nuestras pupilas gustativas.
Un mar verde y ácido sería el lugar predilecto en este mundo tan particular y con su gran reserva de elementos protectores de la salud restauraría a todo el que se bañara en él. Sería un mar de verdes y ácidos limones, los cuales reunidos serían los protectores de la salud, siempre regidos por su Dios el Sol, quien da vida y calor a todos en el planeta. Un arco iris de bellos y diversos colores aparecería cada mañana a la vista de todos para recrear y recordar la existencia y sus destinos para con el hombre. Los granos, guiados por su líder: la caraota de ébano, desfilarían muy temprano al salir el sol frente a un cristalino río, el cual la examinaría y decretaría quién sería preparado, llamando enseguida a los aliños, encargados de darles la sazón exquisita y natural ese día.
El trigo, como emblema en la alimentación del hombre, se ofrecería gustosamente a explicar a los niños de los colegios cómo es su plantación y proceso hasta obtener aquel popular alimento, como lo es la pasta, rubro principal en las mesas de los pobres y ricos sin distinción de condición social, raza o color, combinada con otros alimentos fuertes o ligeros constituye una de las bases en la dieta del hombre. En resumidas cuentas, vemos con este ejemplo cómo la literatura y la cocina pueden ir de la mano explorando mundos y explotando los más recónditos lugares de la imaginación. Sería factible intentar incursionar en este mundo a través de la escritura y dar un mensaje a los lectores de una forma creativa y nueva.
Todo un caudal de posibilidades encierra el arte de escribir y el escritor, haciendo uso de ellas, se sumerge en infinitos y diversos parajes reales para unos, irreales para otros, pero siempre manteniendo el emblema de crear, orientar, enseñar y recrear y sobre todo de incitar a soñar con mundos nuevos partiendo de lo tangible. Cabe destacar que el tema de la literatura y la cocina encuentra un espacio en la mente de cada uno de nosotros cuando degustamos un delicioso plato hecho con amor, imaginación, pasión y apetito. Es importante destacar que en este viaje creativo la naturalidad de los hechos y de la vida juegan un papel importante para que en este sentido fluyan las ideas cargadas de impulso por revalorar los productos de la tierra. Tal es el caso del cacao, excelente producto que nos brinda la naturaleza, el cual, a través de diversos procesos, se ha convertido en panacea para muchos, llegando a servir de terapia para la cura de enfermedades asociadas con el estrés y decaimiento diario. ¿Sería acaso éste el rey de ese imaginario planeta donde habitan los alimentos?... todo es posible dentro de la mente humana cuando se trata de dar vida a un tema particular, enalteciéndolo y divinizándolo a través de la literatura.
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